Ya a la venta información y pedidos : contacto@juancarloscabral.es
Hay llaves que abren emociones, puertas que dan paso a un universo complejo, pero fascinante que involucra los cinco sentidos. Es una cuestión de tiempo caer en brazos de Dionisio, entras en sus templos y cuanto más conoces, entiendes sus secretos y la pasión que sienten los que lo elaboran, te enamoras de él.
Jerez es una promesa de: una paleta de colores, aromas, sabores de eternos matices, caricias de vidrio, madera y brindis.
Jerez es una promesa de amor infinito.
HAN DICHO
VIMOR, un poema de la Szymborska, una pintura de Bansky, unas bulerías por Jerez, un canto al padre.
VIMOR, un retrato de la vida con siestas entre barricas, con humus sabor “sé por y para quién lo aventuré” .
VIMOR, elegante estampado con olor a su dueño, la fé de la ausencia que importa su prisa.
VIMOR, entretanto lees y visualizas tropiezas con un amor que taladra el instante.
VIMOR, la realidad no se desvanece como se desvanecen los sueños intermitentes.
Ana de Martia💜💜💜💜💜
La fotografía es generosa para aquellos que saben ver su profundidad, para aquellos que la toman de la mano y se atreven a transitar por senderos desconocidos, sin prisa.
Juan Carlos, en Vimor, encuentra la maravillosa excusa para abrir una puerta que solo él puede abrir. Una obra puramente de autor, donde el abrazo que da no solo rodea a sus padres, sino también a una ciudad, al vino y a una manera de amar.
Esta pequeña joya sureña se tiene que degustar bien para notar sus matices. Disfrútala
Jordi Farres @jordifarresgarcia
No se puede sentir más hondo, más profundo, más en las entrañas, que lo que describe Juan Carlos Cabral (fotógrafo, pintor, poeta, hijo, padre y jerezano) sobre su tierra y sus padres en VIMOR.
En VIMOR, todos sentimos envidia de hasta qué punto se puede vivir y describir con tanta pasión las raíces y la familia.
VIMOR es un canto y una lección que nos da Juan Carlos de amor verdadero.
VIMOR es un oloroso VORS de infinitos años de envejecimiento y calidad excepcional.
Cuando tomes VIMOR en tus manos, aprécialo con los cinco sentidos. Contempla los matices de las fotografías de Juan Carlos Cabral; siente el tacto de las gruesas hojas de papel pasar entre tus dedos; lee en voz alta sus versos; incluso, huele el aroma a mosto y madera que te llega a través del tiempo y el espacio.
Apréciala como se merece, con calma. Porque esta obra, como el mejor vino de Jerez, es el fruto de un lento proceso de decantación a lo largo de los años: el del amor del autor por la fotografía, por las palabras y, sobre todo, por su tierra y la de sus padres, que viaja con él dondequiera que va.
Juan Carlos, ¿sabes? La última frase del libro: “Eres lo que recuerdas” y ese paseo por la vida que has hecho a través de la vida de tu padre, me han hecho recordar al mío que se mantenía en mi mente, ahí escondido en algún lugar y que se ha asomado a mi recuerdo.
Ese recuerdo me ha hecho ver que fui y soy el hijo de un gran hombre que llevaba mucho tiempo en la sombra de mi memoria.
Creo que has hecho un fotolibro con mucho Amor, el Amor a tus padres, el Amor a la tradición, el Amor a tu ciudad, y todo elaborado y expresado, como no iba a ser de otra forma, por el Amor a la fotografía.
Hola Juan Carlos. El Domingo, cuando me mostró Gerardo, tu fotolibro comencé a echarle un vistazo y la verdad es que me conmovió tanto que me emocioné. Sabía que iba del vino y de las bodegas e intuía que estaría dedicado a tu padre, pero lo que no sabía es que era un homenaje a tus padres, a recoger su historia de amor, de su comienzo, de la vida y de lo transmitido por ellos, y de lo amado por ti, no algo consciente, sino que se absorbe a través de la piel, de los años, como se dice vulgarmente, pero que a mí me gusta esa expresión, de lo que se ha mamado, es decir, se integra en ti sin saberlo. He visto mucho de ti, lo que intuía, aunque lo tengas muy escondido y que me ha parecido muy valiente y valioso al mostrarlo, como es tu sensibilidad, y lo que ya se aprecia en tus comienzos con la fotografía, el gusto por los detalles y la mezcla de texturas visuales, el guiño a Velázquez, la luz que se cuela por las ventanas que lo ilumina y lo difumina todo dando unidad. Las Meninas, La venus del espejo, la bruma mezclada con el vapor de Las estaciones de Monet, y a la vez la limpieza de líneas, la perspectiva… La luz amarillenta y sonriente del atardecer, que acompaña la satisfacción del día cumplido. Pero más que las bulerías que me han sorprendido, es el cariño sentido y mostrado de un hijo a sus padres con sencillez, orgullo y bendición. Felicidades por todo ello.
Inmaculada Ortiz (Enfermera y Licenciada en bellas artes)